Beethoven en Viena El Año Beethoven P.3
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Publicado 09.06.2020 | Celia Martínez
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Mucho más Beethoven en Viena, la ciudad que el músico hizo suya
En 1787, Beethoven viajó a Viena por primera vez, tenía 16 años y toda su vida por delante. Su madre ya estaba enferma y la estancia del músico en la ciudad no superó las dos semanas, ya que ésta empeoró y tuvo que regresar. Pero había tenido tiempo de encontrarse con Mozart y tocar delante de él. A pesar de que éste no se mostró excesivamente impresionado por el músico de Bonn, al despedirse dijo a los invitados: “Prestadle atención, algún día dará que hablar al mundo”. O al menos así lo cuenta la historia.
Beethoven en Viena
Parece que no existe un consenso acerca de esa primera visita de Beethoven a Viena y de su encuentro con Mozart allí. Algunas fuentes afirman que no llegaron a verse, o que, de hacerlo, Ludwig nunca tocó para Wolfgang. Sin embargo, otras fuentes y el propio Beethoven aseguran que incluso recibió clases de él. Lo que está claro es que fue un viaje determinante para el músico de Bonn y que, desde luego, tras la muerte de Mozart, heredó el trono de maestro musical en Viena. Volvió para convertirse en alumno de Haydn cuando tenía 22 años, en esta ocasión para quedarse.
Viena celebra en 2020 los 250 años del nacimiento de Beethoven
Convirtiéndola en su ciudad adoptiva, Beethoven residió 35 años de su vida en Viena, que este año celebra por todo lo alto los 250 años de su nacimiento y en 2027 recordará los 200 años de su muerte. Caminar por el centro de la ciudad nos lleva a encontrarnos con recurrentes referencias a Beethoven, como la estatua que se ubicó frente al Konzerthaus gracias al apoyo de Franz Lizst.
En la Haus der Musik (Casa de la Música), se puede disfrutar de una exposición sobre la vida del músico en Viena, así como de objetos originales del compositor. Y dirigiéndonos hacia el distrito de los museos, nos encontramos con el edificio Secession, donde se encuentra el famoso friso que Gustav Klimt dedicó en 1902 a Beethoven y a su Novena Sinfonía. También en esa calle, se ubica el Theater an der Wien, donde varias obras del músico fueron estrenadas, como es el caso de su única ópera, Fidelio (1805). Incluso, mientras trabajaba en algunas de estas composiciones, Beethoven eligió este teatro como una de sus múltiples residencias en Viena.
Uno de los mayores estrenos de la historia de la música se produjo en un teatro que, por desgracia, desapareció en 1870, el Kärntnertor Theater, en Albertinaplatz: fue el estreno absoluto de la Novena Sinfonía el 7 de mayo de 1824. Para ese momento, Beethoven ya estaba bastante sordo y no pudo oír el estallido de aplausos que estaba recibiendo al finalizar la sinfonía. Como muestra la película Amor inmortal (Inmortal beloved, Bernard Rose, 1994), hasta que no se giró hacia el público, no fue capaz de comprender la ovación de éste hacia su obra magna.
La importancia del testamento de Heiligenstadt y Beethoven
El nombre de Heiligenstadt está profundamente vinculado a Beethoven, a la evolución de su enfermedad, su soledad, su sufrimiento y a su inevitable destino, tal y como lo expresan las cuatro notas que abren su Quinta Sinfonía. A pesar de que ésta no fue compuesta hasta 1808, hubo numerosas referencias al destino tanto en sus obras como en escritos del músico a lo largo de su vida. Uno de sus textos más personales y relevantes es el conocido como “Testamento de Heiligenstadt”, con fecha del 6 de octubre de 1802. El texto, dirigido a sus hermanos, está a medio camino entre el testamento, la carta de despedida, de suicidio o de súplica para que perdonasen su comportamiento hosco y profundamente afectado por su incipiente sordera a la edad de 28 años. Pero la música le hizo reflexionar y lo salvó: “Me parecía imposible dejar este mundo después de crear todo lo que soy capaz de crear”. Y quiso aferrarse a eso.
Por recomendación de su médico y en una constante búsqueda de paz, Beethoven se había empezado a retirar a Heiligenstadt, suburbio de Viena rodeado de bosques y viñedos. Es con bastante seguridad uno de los lugares donde la naturaleza jugó un papel más importante como forma de medicina e inspiración para el músico. Solía dar largos paseos en solitario con sus partituras y su cuaderno de notas y se dejaba embriagar por la luz, el agua o la naturaleza. De esta forma fue representado en una estatua del Heiligenstädter Park, a pocos metros del Museo Beethoven, el museo más importante en Austria dedicado al músico.
Tras 70 domicilios en 35 años, Beethoven finalmente murió en la Schwarzspanierstrasse 15, el 26 de Marzo de 1827, dejando sin terminar la que iba a ser su Décima Sinfonía. Hoy descansa en el Cementerio Central de Viena, en presencia de otros músicos como Schubert, Brahms, los Strauss o Schönberg.
Como parte de la celebración del Año Beethoven en Viena, la actividad musical del Konzerthaus incluye la programación de varios de sus cuartetos de cuerda durante el otoño por parte de Quatuor Ébène, un ciclo de sonatas para piano entre el 11 y el 18 de octubre, la Missa Solemnis el 15 de septiembre o Egmont el 18 de octubre, una de sus obras menos interpretadas. Parte de su obra sinfónica más temprana será interpretada por la Orquesta Filarmónica de Viena entre septiembre y octubre concediendo un protagonismo especial a la cuarta sinfonía.
El cierre del año 2020 -tanto el 30 como el 31 de diciembre- será con la interpretación de la Novena Sinfonía, la obra para la cual la música no fue suficiente. Beethoven necesitaba expresar algo mucho más elevado, y por primera vez en la historia del sinfonismo, se añadió el texto con la Oda a la Alegría. “La Novena” fue para él y para el mundo la obra que lo cambió todo.
Celia Martínez García